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2011
enero
viernes 7
LA CLASE (ENTRE LES MURS) (Laurent Cantet)Francia, 2008
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21 GRAMOS (Alejandro González Iñárritu)
EUA, 2003


Casa de la Cultura de Valencina (Sevilla) España, 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo.

20100105

LA TETA ASUSTADA (Claudia Llosa) Perú, 2008. Viernes, 8 de enero de 2009

Dirección y guión: Claudia Llosa.
Duración: 94 min.
Género: Drama.
Interpretación: Magaly Solier (Fausta), Susi Sánchez (Aída), Marino Ballón
(tío Lúcido), Efraín Solís (Noé), Bárbara Lazón (Perpetua), María del Pilar
Guerrero (Máxima), Delci Heredia (Carmela), Karla Heredia (Severina),
Fernando Caycho (Melvin), Edward Llungo (Marcos).
Producción: Antonio Chavarrías, José María Morales y Claudia Llosa.
Música: Selma Mutal.
Fotografía: Natasha Braier.
Montaje: Frank Gutiérrez.
Dirección artística: Patricia Bueno y Susana Torres.
Vestuario: Ana Villanueva.


Sinopsis
Fausta (Magaly Solier) padece de “La teta asustada”, una enfermedad que se transmite por la leche materna de mujeres maltratadas durante la época de la guerra civil en Perú. Los infectados nacen sin alma, porque del susto se escondió en la tierra, y cargan un terror atávico que les aísla por completo.
Pero Fausta esconde algo más, guarda un secreto que no quiere revelar, hasta que la súbita muerte de su madre desencadenará hechos inesperados que transformarán su vida y la de otros.

Cine con mirada femenina
Claudia Llosa, en su segundo largometraje tras Madeinusa, regresa a su Perú natal para hacer una observación algo naïf de cómo el legado cultural subyace en las transmisión de padres e hijos en su forma más terrorífica: el traspaso de una madre a su hija del miedo provocado por un traumático suceso durante una guerra.
En La teta asustada encontramos herencias mal entendidas, herencias que se pierden y herencias que son reutilizadas por el consumismo atroz de nuestros tiempos. Las herencias se encargan no sólo de transmitir valores y principios sino también miedos, como el de la
madre de Fausta por las violaciones, que dejará huella en su hija y le impedirá relacionarse normalmente con los hombres durante buena parte de su vida. Como quien observa al microscopio, Llosa se acerca a través de esta madre e hija a la desolación y soledad de incontables mujeres peruanas que fueron violadas y maltratadas durante los veinte años de guerra terrorista en Perú, pero lo hace desde la distancia, sin crear mártires, sólo mostrando la realidad de una joven traumatizada por algo que no le pasó pero de lo que sufre las consecuencias.
Las herencias perdidas de las que hablaba quedan evidenciadas en La teta asustada por la aparición de una variante de las lengua quechua y por las canciones en esa lengua. La lucha de Fausta por mantener vivas esas tradiciones contrastan con los festejos (hasta cuatro bodas presenciamos en la película) adquiridos de un mundo que poco a poco se va imponiendo al original, del mismo modo que los fondos de paisajes exóticos son usados en las sesiones fotográficas para ocultar la realidad huyendo a lo idealizado por foráneo. Eso amplifica la soledad del personaje principal y magnifica su condición de último eslabón para la protección de la memoria histórica, cultural y emocional. Las otras herencias, las reutilizadas, sirven para nutrir como materias primas a los modismos contemporáneos que pretenden capturar la esencia de lo puro para mercantilizarla. Es el caso de la pianista para la que trabaja Fausta.
Claudia Llosa viste su pseudo-retrato de un lirismo cercano al realismo mágico haciendo que todo lo impensable de su propuesta resulte creíble, convirtiendo lo aparentemente inverosímil en auténticas situaciones pintorescas. El poder de sugestión de La teta asustada reside en esa capacidad de Llosa por tratar una realidad como si fuera un cuento, aunque al hacerlo se mantenga distante de lo que retrata. El costumbrismo de algunas escenas y ese realismo mágico del que hablábamos nos coloca de pleno en la tradición pero la distancia que marca Llosa impide que La teta asustada se convierta en un ejemplo de cine social panfletista. Al fin y al cabo, del mismo modo que nos habla de una realidad histórica a través de esa relación heredada de madre a hija, también nos habla de una joven que busca encontrar su identidad deshaciéndose de la tradición. Acercarse a la historia es una forma de ver lo que somos a
través de la evolución de la herencia que nos ha llegado.
Mónica Jordán (El séptimo vicio, Radio 3)

Trailer de la película

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