Próximas proyecciones en el CineClub Imaginario

2011
enero
viernes 7
LA CLASE (ENTRE LES MURS) (Laurent Cantet)Francia, 2008
viernes 28
21 GRAMOS (Alejandro González Iñárritu)
EUA, 2003


Casa de la Cultura de Valencina (Sevilla) España, 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo.

20110102

LA CLASE (ENTRE LES MURS) Laurent Cantet (Francia, 2008). Viernes 7 de enero de 2011

Dirección: Laurent Cantet

Guión: L. Cantet, François Bégaudeau, Robin Campillo.

Basada en la novela Entre los muros, de François Bégaudeau. Intérpretes: François Bégaudeau y alumnos del Instituto Françoise Dolto

Cualquier cinéfilo adulto que haya sufrido el castigo de una educación desastrosa, de un sádico, legitimado e impune abuso de poder, siempre va a guardar en su retina las venganzas libertarias y poéticas de los que sufrieron el yugo como las que describían la maravillosa Cero en conducta, del irreemplazable Jean Vigo, y la incendiaria If, de Lindsay Anderson. Truffaut le devolvió la dignidad al casi siempre mosqueante profesorado narrando la épica labor del humanista Jean Itard para que un niño salvaje aprenda a comunicarse, acepte reglas, afiance su sentido de la justicia, descubra el placer, la utilidad o la necesidad del conocimiento.

Hollywood, con menos afanes didácticos pero sabiendo lo que exige la taquilla, también ha frecuentado con más trampas que verdad, con tesis convenientemente edulcoradas, con la convicción de que finalmente todo el mundo es bueno, las inicialmente conflictivas relaciones entre profesores y alumnos. Y afortunadamente, en los últimos años, directores más preocupados por la cruda verdad que por la tranquilizadora ficción, como Bertrand Tavernier en Hoy empieza todo, Zhang Yimou en Ni uno menos y David Simon y Ed Burns en la cuarta temporada de la serie de televisión The wire, se han propuesto extraer realidad y conclusiones duras de lo que ocurre o puede ocurrir en las aulas, de las relaciones entre profesores y alumnos, de la simbiosis entre las tensiones del mundo exterior y lo que sucede en el colegio, de la sufrida y frecuente imagen del educador que se toma en serio su trabajo, que a pesar de los pesares no se resigna a la derrota, a lanzar la toalla.

Laurent Cantet se suma con la excelente e inaplazable La clase (el título original Entre las paredes es más adecuado) a los que se han propuesto con éxito retratar el muy duro aquí y ahora en la problemática labor de enseñar y de aprender. Nada huele a impostura en esta película. Cantet adapta un libro del profesor Francis Bégaudeau, que interpreta a su propio personaje, en el que cuenta su experiencia a lo largo de un año en un instituto de la periferia de París, habitado por la multirracialidad, por los hijos de la inmigración o por nativos de clase baja lumpen, por alumnos negros que ejercen el racismo con los magrebíes y viceversa, por gente con recelo o desidia ante la autoridad que encarna ese tenaz profesor que se ha propuesto enseñar la asignatura de lengua a sus impuestos, indiferentes o agresivos parroquianos. No le amenazan con pistolas pero los estallidos de violencia entre ellos o contra él pueden ser muy fuertes, tienen sus días mejores y peores, hay listos, normales, tontos, retorcidos, limpios, traumados, osados, dóciles. Hay de todo, como en la vida, pero las posibilidades de que el verdadero profesional de la enseñanza sienta que ha logrado los frutos que se proponía y que los alumnos asuman que estar entre las paredes es gratificante o decisivo para su futuro, pertenecen al reino de la utopía.

Cantet narra esta historia sin solución y claustrofóbica con espíritu documentalista, plasmando la autenticidad de personajes y situaciones, haciendo que alumnos y profesores se interpreten a sí mismos, huyendo del efectismo, el discurso y la moralina. Y lo hace admirablemente, logrando que el espectador se sienta incómodo, testigo de algo que se parece excesivamente a la vida cotidiana.

Carlos Boyero

Enlace a la web oficial de la película.

Tráiler de la película


20101003

El año que mis padres se fueron de vacaciones (Cao Hamburger) Brasil, 2007. Viernes 2 de octubre de 2010

Cuando uno es introducido, pongamos por caso, en el núcleo familiar de su pareja, para no levantar resquemores que puedan manchar la primera impresión, es aconsejable no hablar de fútbol, religión o política.

Cao Hamburger se El año que mis padres se fueron de vacacionesolvida de este consejo y habla de todo ello pero en voz baja. Lo vehicula a través de un drama intimista y sentimental en São Paulo, en 1970, fecha en la que la selección de Brasil ganó la copa mundial. Para ello, con un atisbo de añoranza pero con un sentimiento agridulce, nos cuenta la historia de Mauro, un niño de doce años que debe pasar todo ese año lejos de sus padres y en compañía de su abuelo. La situación política y dictatorial obliga a sus padres a apartar a su hijo de ellos temporalmente, mientras que el azar funesto, provocará que nunca llegue a encontrarse con su abuelo. Ello deja a Mauro en manos de la comunidad judía a la que pertenece el abuelo, donde será cuidado principalmente por el vecino, un señor de avanzada edad, reticente a ello, pero inducido por el rabino de la comunidad, ya que ven en la situación en la que se encuentra Mauro, paralelismos con la azarosa biografía de Moisés.

Si el fútbol está omnipresente a través de la afición de Mauro y la religión se nos muestra con un costumbrismo que se convierte en el pincel que nos pinta el lienzo paisajístico, la política es ese fuera de campo que es imaginable y evocado ante ciertos comportamientos extraños de los adultos o de fugaces situaciones de represión que son presenciadas por Mauro. La dictadura que sufría Brasil desde 1964 empuja los bordes de la representación ficcional y agrieta dichos muros para establecer a través de la alusión, de índices y de metáforas su presencia en el relato.

La postura adoptada es la de bajar unos centímetros el punto de vista, y establecerlo desde la mirada cognitiva y perceptual de Mauro, un niño de doce años. Si unos títulos introductorios nos sitúan al principio del film en la situación que a continuación se nos va a presentar, el espectador estará destinado a ver las cosas como si fuese Mauro. Una opción que puede recordarnos la serie Aquellos maravillosos años. Podemos pensar que cae en una nostalgia sentimental semejante, aunque aquí, el duro contexto social y personal que vive nuestro protagonista minimiza los efectos de los mecanismos de la morriña que hacen creer que cualquier tiempo pasado fue siempre mejor. El fútbol y la victoria de Brasil en la Copa actúan de catalizador dulcificador de un año clave y decisivamente doloroso para Mauro. No obstante, esta pátina entrañable sí que guarda estrechas conexiones con el film Kamchatka (2002) donde Marcelo Piñeyro nos mostró la dictadura argentina de forma indirecta y desde el punto de vista de Harry, un niño de diez años.

El año que mis padres se fueron de vacacionesEsta opción no esquiva caer en los territorios comunes de películas de la infancia: el primer amor (Hanna), el despertar al sexo aunque sin el onirismo un tanto bizarro del Federico Fellini de Amarcord (1973) o Léolo (Jean Claude Lauzon, 1992). Todo en este film es suave, de líneas amables. Y como si quisiese establecer una sinécdoque al centrase en un barrio judío de São Paulo acostumbra a utilizar abundantes primeros planos y planos detalle entendiendo que la visualización de cada parte contribuye a la percepción global. De la misma manera, el retrato de una comunidad determinada le permite alcanzar la estampa general de toda una ciudad o un país.

También hay un esfuerzo por realizar un trabajo compositivo en el que las figuras aparecen visualizadas desde ángulos inesperados, ya sea desde el reflejo de un armario, o desde el mismo auricular del teléfono, estableciendo la presencia de la otra persona en el espacio en una esforzada labor de puesta en escena. Precisamente con la intención de simbolizar esos fantasmas de la dictadura, esa figura que atenaza de forma espectral.

Y aunque el deporte y el cine no acostumbran a ser buenos amigos, aquí el fútbol nos aparece como signo identitario cultural de un país. Son reiterativas las escenas alternadas que celebran la victoria de Brasil: el rabino y sus allegados, las mujeres o la gente en el bar para enfatizar cómo el deporte rey en aquel año era un signo de cohesión y a la vez una válvula de escape donde la gente alcanzaba momentos de felicidad en un entorno áspero provocado por la represión y la falta de libertad de expresión de un gobierno dictatorial.

Mauro en su infancia está como en una burbuja y aunque siente sensación de abandono y denota comportamientos extraños no es El año que mis padres se fueron de vacacionescapaz de conceptualizar con exactitud lo que está pasando. No es capaz de discernir la magnitud de la gravedad de la situación. Se siente desamparado, pero a pesar de ello, vive soñando con el fútbol y se aferra a su entorno más inmediato, las familias que le cuidan, Hanna, los amigos de ella, etc. Es, en cierta manera, lo que sucedía en La vida es bella (Roberto Begnini, 1998), en la que el padre trata de hacer creer al niño, mientras están en el campo de concentración, que aquello es un juego, para así, preservar la inocencia de la infancia. Precisamente esa ingenuidad es lo que salvaguarda a Mauro de ser consciente del grave peligro que corren sus padres.

Mauro recordará lo que comentaba su padre de la figura del portero en la alineación y será con dicha figura con la que se identificará. Ni con Pelé ni con Tostao, las estrellas de la selección. Y es que el portero es un jugador diferente, porque mientras que los demás pueden cometer fallos, el portero no. Está allí solo en la portería esperando lo peor. Y si su padre siempre llegaba tarde a todos los sitios, entenderá cual es la figura del exiliado, aquel que de tardar tanto, nunca llegó.
Manu Argüelles (El espectador imaginario)
Trailer de la película:

20100917

Séraphine (Martin Provost) Francia - Bélgica, 2008. Viernes 17 de septiembre de 2010

Dirección: Martin Provost.

Países: Francia y Bélgica.
Año: 2008.
Duración: 125 min.
Género: Biopic, drama.
Interpretación: Yolande Moreau (Séraphine), Ulrich Tukur (Wilhem Uhde), Anne Bennent (Anne Marie),


SINOPSIS

En 1912, el coleccionista alemán Wilhelm Uhde (Ulrich Tukur), uno de los primeros compradores de Picasso y descubridor de Henri Rousseau "El aduanero", alquila un piso en Senlis para dedicarse a escribir y descansar de la vida parisina. La casera le manda una mujer de la limpieza, Séraphine (Yolande Moreau). Algún tiempo después, cenando en casa de la dueña del piso, Wilhelm ve un pequeño cuadro pintado sobre madera. Se sorprende al enterarse de que la autora es la mujer que limpia su casa. Así nace una relación conmovedora e inesperada entre un marchante de vanguardia y una mujer visionaria.


Comentario

El filme de Provost bucea en un espíritu único en una época de vanguardias en que la subjetividad del artista cobraba mayor importancia que la misma realidad. Por esta razón, intenta plasmar en sus imágenes la misma inocencia e intensidad dra-mática con que la pintora lo hacía en sus lienzos. En la primera parte de la cinta se respira el aire y el viento de la Naturaleza, la frescura de sus aguas y la paz de sus días, en la mejor tradición del cine impresionista francés. La fotografía es luminosa, la planificación cuidada y el ritmo parsimonioso, mientras que los diálogos son parcos y sencillos, con la misma ingenuidad de las pinturas de Séraphine.


La llegada de la 1ª Guerra Mundial y más tarde de la Gran Depresión pasan de puntillas porque al director no le interesa entretenerse con el entorno político-económico, pero sí dejar un rastro de oscuridad y drama en el alma del artista, sumida en la noche de las tinieblas y la locura del espíritu. Sus cuadros se cargan entonces de dinamismo y tensión, las sombras y los interiores ganan terreno a la luz y a los paisajes naturales, su existencia se aleja de la realidad y con esa enajenación llega lo mejor de su obra, lo más íntimo y personal, como sucediera a tantos artistas visionarios e incomprendidos en su tiempo.

De manera paulatina y sin estridencias, con un tono comedido y casi imperceptible, el espectador asiste al deslumbramiento/caída de la pintora y percibe el abismo que se abre entre ella y el mundo. La mirada de Uhde sirve tanto para vislumbrar esa pureza del “arte primitivo” que la modernidad redescubre como para conmoverse con el desquiciamiento de su autora. Provost logra con todo una película artística, apoyada sobre una puesta en escena ajustada al tema, de tempo contemplativo y sin concesiones dramáticas gratuitas y fáciles. Intimista pero nada sensiblera, fotografía y música encuentran en la soberbia interpretación de Yolande Moreau el contrapunto perfecto para transmitir un estado del espíritu, capaz tanto de sentir el frescor de las aguas o la rugosidad del tronco de un árbol como de reflejar la agitación y el torbellino interior de unas voces angelicales que vienen a los desposorios de un alma inquieta. Su manera de mirar las pinturas, el carácter artesanal con que fabrica sus colores, su contacto con la Naturaleza, la evolución en su relación con Uhde… son momentos exquisitos de un cine plenamente artístico.

20100630

Recordamos a Esperanci

Excelente persona, bondadosa, compañera, amiga y leal seguidora del CineClub Imaginario desde sus inicios, así como de todas las iniciativas culturales, sociales y solidarias.
Hemos tenido, sin quererlo, que despedirnos de ella, a destiempo, con dolor.
Esperamos que su recuerdo llene el vacío que nos ha dejado y deseamos ser capaces de acompañar a Pepe Carmona en una vida con su ausencia.

20100614

Clausura de la temporada 2009/2010: HÁBLAME DE LA LLUVIA (Parlez-moi de la pluie) Agnès Jaoui (Francia, 2008). Viernes 18 de junio de 2010

Tras la película del viernes (proyección número 100 del CineClub Imaginario y última de la temporada 2009/2010) haremos una pequeña fiesta. Si piensas traer algo de comer o beber, puedes ponerlo como comentario a esta entrada (debajo del tráiler). Así no nos repetiremos. No vaya a ser que nos encontremos con 20 platos de caviar y no sepamos qué hacer con ellos.


Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri vuelven con ‘Háblame de la lluvia’ (‘Parlez-moi de la pluie’) a la crítica social y la presentación de personajes desubicados que ya hicieran en la genial ‘Para todos los gustos’.

La historia
Jaoui, que dirige la cinta, interpreta a Agathe Villanova, una feminista metida en política recientemente, que pasa unos días en su localidad natal, junto con su pareja, Guillaume (Laurent Jarroir). Karim (Jamel Debbouze) y Michel (Bacri), quieren entrevistar a la política para realizar un documental sobre mujeres de éxito. Villanova acepta la propuesta, sin saber que esto va a poner en peligro su carrera política y su relación amorosa. Karim es el hijo de Mimouna, la asistenta de los padres de Agathe, mientras Michel está relacionado con la familia por otro lado: mantiene una aventura con la hermana de Agathe, Florence (Pascale Arbillot), una mujer casada y opuesta en personalidad y físico a la protagonista.
La película comienza presentando a cada uno de estos personajes de manera independiente y sin que sepamos qué vínculos existen entre ellos o de qué forma la historia los va a unir. Durante un tiempo, la verdadera trama de ‘Háblame de la lluvia’ no arranca y el espectador desconoce los derroteros que podría tomar.
Sin embargo, este inicio algo lento da paso a una divertida trama de enredos y confusiones que analiza de forma muy ácida las relaciones de poder y los sentimientos de inferioridad, así como la sensación de no saber qué hacer con nuestra vida y la duda de si mantenernos fieles a nuestras decisiones, aunque se demuestren absurdas. Utilizando sutilmente el recurso del efecto bola de nieve, los guionistas consiguen desquiciar una iniciativa que en apariencia es inofensiva y situarnos en el extremo contrario al final del film sin que apenas nos hayamos percatado de los cambios.

Comentario

‘Háblame de la lluvia’ no se presenta como una comedia pura, sino que tiene tintes melancólicos y entrañables. Pero lo que es inconfundible de su tono, como en otros films de Jaoui-Bacri, es la placentera ausencia de excesiva gravedad o de exagerado dramatismo, sin que esto impida a los autores tratar temas serios con profundidad. Es admirable en esta pareja de creadores cómo son capaces de utilizar el subtexto y de lograr que ocurran cosas tremendas donde parecía que no pasaba nada.
El inmenso puzzle de relaciones personales que compone la trama tiene más piezas que las mencionadas en la sinopsis. A pesar de que son tantos, cada uno de esos vínculos se ve reforzado o cuestionado por lo que sucede en esos días. Esto es otra prueba más de que, aunque dé la impresión de que apenas pasa nada, la película está llena de hechos y consecuencias. Todas las acciones de la película, que podrían aparentar ser simplemente una escena jocosa (por ejemplo, la elección de la colina con ovejas para la grabación de la entrevista) tienen un significado que va mucho más allá. Lo que produce humor son situaciones algo tontas o pueriles que llevan más a la vergüenza ajena que a la risa abierta. Esta simplicidad intencionada tiene como propósito resaltar más aún el absurdo en el que se encuentran los personajes. Por lo tanto, ‘Háblame de la lluvia’ ofrece un primer nivel de lectura en el que encontramos mucho humor y con el que podemos pasar un buen rato, y otro donde percibimos la crítica social.
Bacri, como había hecho otras veces, interpreta a un hombre poco cultivado que ve cómo su prestigio como cineasta está desapareciendo. Sus costumbres son meter la pata y poner en situaciones embarazosas a quienes le rodean. Pero esto no sólo lo coloca a él bajo el microscopio, sino que sirve igualmente para analizar a los demás. Así se pone de manifiesto que uno de los puntos fuertes de estos dos guionistas está en la observación de los personajes. La directora se queda con el papel que más palos recibe y lo interpreta con tal convicción que nos creeríamos que ella es así si no la hubiésemos visto ya en otros films. Los tandems que crean Jaoui y Bacri suelen tener una tercera rueda, que en este caso le toca a Debbouze, personaje que provoca todos los desequilibrios probablemente por su propia indefinición.
‘Háblame de la lluvia’ es una interesante propuesta que nos permitirá pasar un rato muy agradable a la vez que reflexionamos sobre las relaciones familiares y sociales o sobre nuestra propia personalidad.

20100522

LA CIENCIA DEL SUEÑO (La science des rêves) Michel Gondry. Francia, 2006. Sábado 22 de mayo de 2010

LA CIENCIA DEL SUEÑO (La science des rêves)

Dirección y guión: Michel Gondry
País: Francia
Año: 2006
Duración: 105'
Género: Comedia
Interpretación: Gael García Bernal (Stéphane Miroux), Charlotte Gainsbourg (Stéphanie), Alain Chabat (Guy), Miou Miou (Christine Miroux), Aurélia Petit (Martine), Sacha Bourdo (Serge), Pierre Vaneck (Sr. Pouchet), Emma de Caunes (Zoé), Stéphane Metzger (Sylvain), Alain de Moyencourt (Gerard)
Producción: Georges Bermann
Música: Jean-Michel Bernard
Fotografía: Jean-Louis Bompoint
Montaje: Juliette Welfling
Vestuario: Florence Fontaine


SINOPSIS
"La ciencia del sueño" narra las desventuras de Stéphane (Gael García Bernal), un joven artista gráfico en cuyo cerebro se emite un programa de televisión en continua pugna con la realidad. Aterrizado en París con la esperanza de un buen trabajo y tras entrar en contacto con una nueva vecina, Stéphanie (Charlotte Gainsbourg), la posibilidad de un romance se abrirá paso en su onírico universo de cartón.

Cuando la realidad y la ficción interfieren.
Cuando la tecnología digital ha cambiado la forma de hacer y hasta de ver cine, Michel Gondry ha tenido la osadía de beber en las fuentes más tradicionales de la ilusión cinematográfica; tanto es así, que en “La ciencia del sueño” no sólo podemos sentir el eco del extraordinario trabajo de los grandes animadores stop-motion (especialmente los checos), sino que su capacidad de fascinación artesanal nos llevaría, incluso, al mismísimo patriarca Méliès y su concepción del arte del cine como un continuo y subyugante truco de magia.
Porque, con esta cinta, Gondry ha confirmado que es, quizá, el más interesante de los directores “modernos” para hallar la entrada a un terreno propio en el que la obsesión por hacer algo diferente deja paso a la capacidad de ofrecer un mundo propio que esté verdaderamente vivo. Ocurrió ya en "¡Olvídate de mí!", y “La ciencia del sueño” lo confirma.
Desde luego, no se trata de una cinta para todos los públicos, pues exige la entrega del espectador a un juego en el que cualquier parecido con la realidad suele ser pura coincidencia. Pero, a cambio, obtendrá una historia que le devuelve al adjetivo “romántico” su verdadero y real significado, en el que la belleza aparece de repente en el fotograma menos pensado, y en el que la pregunta típica ante la nueva maravilla (“¿cómo lo habrán hecho?”) pierde toda importancia: no nos importa el “cómo” (porque muchas veces, su propia estética artesana lo muestra a las claras), sino que simplemente disfrutamos el maravilloso caballo de trapo que cabalga sobre el teclado, el agua hecha con celofán, los tubos de papel higiénico convertidos en edificios… No importa: esto ES CINE y siempre lo ha sido; lo que pasa es que, de tanto ver rutina adocenada, se nos había olvidado.
Como ocurrió en su anterior película, la historia de amor enrevesada, extrañamente complicada e imposible, logra ser convincente, en gran parte, porque tanto Gael García Bernal como Charlotte Gainsbourg llenan de vida a unos personajes de comportamiento imprevisible. La sonrisa de niña fascinada de ella cuando imagina cómo se puede fabricar una nube, o la mirada de desesperación de él cuando cree que está perdiendo a su vecina, su amor, son como una versión más “francesa” de los interpretados por Jim Carrey y Kate Winslet en "¡Olvídate de mí!". Los secundarios, sobre todo los compañeros de trabajo del personaje de García Bernal, son en este caso, y con la excepción de Alain Chabat, poco más que un coro que ofrece el contrapunto cómico, incluso ordinario, que es marca de la casa y funciona como potenciador del efecto romántico de la cinta.
Lo más curioso, en fin, es que, en su búsqueda insaciable de la modernidad, Gondry ha terminado cayendo en lo más esencial del cine, lo que estuvo ahí desde el principio, y con su mirada, ha conseguido traérnoslo de vuelta, lleno de vida. “La ciencia del sueño” es más juego que verdadera reflexión, pero ésta tampoco desaparece del todo: ahí está la conexión, las semejanzas, entre el mundo onírico y el cine, que no deja de ser una especie de sueño puesto en imágenes capaz de crear belleza.

Miguel A. Delgado


20100504

ALEXANDRA (Aleksander Sokurov) Rusia, 2007. Viernes 7 de mayo de 2010



DIRECCIÓN Y GUIÓN Alexander Sokurov
MÚSICA Andrei Sigle
FOTOGRAFÍA Alexander Burov
REPARTO Galina Vishnevskaya, Vasily Shevtsov, Raisa Gichaeva, Andrei Bogdanov, Alexander Kladko, Aleksei Nejmyshev, Rustam Shahgireev, Evgeni Tkachuk
Cannes: Nominada a la Palma de Oro


En ALEXANDRA la cámara es su sombra, la de la protagonista Galina Vishnevskaya, cantante de ópera y, ahora actriz, esposa en la vida real del genial violonchelista ruso Mstislav Leopóldovich Rostropovich. La cámara persigue a esta anciana que decide trasladarse a Grozny, capital de Chechenia, para reencontrarse con un nieto al que no ve desde hace siete años, porque permanece allí destinado con las tropas instaladas en la zona por el ejército ruso para controlar y reprimir los movimientos insurgentes y violentos de la siempre combativa población chechena. Sokurov deposita en los ojos de esta incombustible mujer el posicionamiento de su propia mirada. El realizador hace un emocionante alarde de humildad y se encomienda al esfuerzo sabio, empecinado y limpio de esta longeva sin desaliento, que, mediante su deambular ajeno a todas las consignas oficiales, cuestionará, desenmascarará y hará patentes los mecanismos absurdos e insensatos que rigen todo el montaje bélico. Sokurov adhiere toda la ambientación dramática de su película a la honestidad inocente, perpleja y veterana que el rostro de la protagonista derrama en ella. La película es la actriz. A ella pliega el realizador el devenir aturdido, cansado, renqueante y transparente de la narración. ALEXANDRA nos desvela un Sokurov distinto, puesto que la naturaleza descubridora y mítica de este personaje inolvidable le exige adaptarse a los cánones de un mínimo clasicismo descriptivo que despliega una sencillez expositiva bastante alejada de la férrea impenetrabilidad, por él experimentada desde sus inicios. Ahora bien, en modo alguno, esta opción formal le lleva a renunciar a los postulados que han caracterizado un magnífico manifiesto autoral enunciado en obras tan dispares a ésta como “EL SOL”, “TAUNUS” o “MADRE E HIJO”. La mediación de la anciana le permite captar con agudo comedimiento la brutalidad de la devastación del espacio geográfico: las casas en ruinas, los vehículos desvencijados, las carreteras empedradas y polvorientas colman de quebranto el escenario que descubre el caminar parsimonioso y firme de la protagonista. Lo mismo habría que decir de la descripción tan descarnada, cercana y penetrante que se nos hace de los soldados. Sokurov los estrecha mediante planos muy cortos, en los que sus rostros son mostrados con un naturalismo no forzado, escrutador, indagador del ser humano antes que del hombre con uniforme. La impronta de Alexandra, personaje, consigue, como ha quedado dicho, desentumecer el rigor exhausto con el que el magnífico director ruso acostumbra a cercar a sus personajes. No hay opresión, sino reconocimiento comparado. “ALEXANDRA” acaba conmoviendo porque Sokurov, quizás, es el primer conmovido por esa utopía octogenaria que, carrito en mano, radicaliza humanitariamente el verdadero significado de esta hermosa película que os ofrecemos hoy en el CineClub Imaginario.

20100427

DESPEDIDAS (Okuribito) Yôjirô Takita. Japón, 2008. Viernes 30 de abril de 2010

Dirección: Yôjirô Takita.

Título original: Okuribito (El que envía)
País: Japón.
Año: 2008.
Duración: 131 min.
Género: Drama.
Interpretación: Masahiro Motoki (Daigo Kobayashi), Ryoko Hirosue (Mika Kobayashi), Tsutomu Yamazaki (Shouei Sasaki), Tetta Sugimoto, Kimiko Yo (Yuriko), Takashi Sasano (Shokichi), Kazuko Yoshiyuki (Tsuyako).
Guión: Kundo Koyama.
Producción: Toshiaki Nakazawa y Toshihisa Watai.
Música: Joe Hisaishi.
Fotografía: Takeshi Hamada.
Montaje: Akimasa Kawashima.
Diseño de producción: Fumio Ogawa.
Estreno en España: 3 Julio 2009.


Sinopsis

Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki), acaba de alcanzar el sueño de su vida: entrar como chelista en una orquesta, para lo que compra un instrumento que esté a la altura. Desgraciadamente, tras el primer concierto la orquesta se disuelve y Daigo se queda con su chelo, su hipoteca y sin ingresos. Acaba vagando por las calles sin trabajo y sin demasiada esperanza. Por ello, decide regresar a su ciudad natal en compañía de su esposa (Ryoko Hirosue). Allí consigue un empleo que le va a hacer replantearse la vida que ha llevado hasta ahora y los valores y conceptos de la sociedad contemporánea.

Hay veces que vas al cine y te llevas una gratísima sorpresa. Eso es lo que pasa con Despedidas, una de las películas más sencilla, tierna y conmovedora de la pasada temporada. En Despedidas nos encontramos con un drama contenido, con toques de humor, donde el protagonista, Daigo, nos va conduciendo por un camino en el que nos va mostrando cómo se hace cargo de tareas que nadie quiere realizar en la sociedad actual (ni él mismo tampoco al principio) y cómo a través de ellas termina reencontrándose con un pasado doloroso, el suyo.

Despedidas nos habla del honor, del respeto, del deber moral de encargarse de los tuyos, de la admiración hacia los mayores, de la lealtad extrema... Pero por encima de todo, de la superación de un trauma o de un inconveniente en la vida; de la agilidad de cambio, del convencimiento de la valía de uno mismo... todo ello envuelto en un tema nada tópico del cine, la transición de la vida a la muerte. En definitiva, una rotunda defensa del disfrute de la vida, a través del análisis de lo que supone la muerte.

A destacar dos cosas: una banda sonora impecable, que combina la música occidental con los sonidos más tradicionales japoneses; y la interpretación de prácticamente todo el reparto, pero sobre todo de Tsutomu Yamazaki, que representa al jefe de Daigo: sobrio y desconcertante, consigue mostrar a un hombre a ratos misterioso, a ratos entrañable.

Un ejemplo más de la miseria en la que se mueve el cine en la actualidad: si hemos conseguido verla es porque ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2009. Así y todo su distribución ha sido mala, circunscribiéndose a las grandes ciudades españolas. Mientras un arte como el cinematográfico esté en manos de una industria, donde sólo los números es lo que cuenta, y la inmensa mayoría de las pantallas estén reservadas a los productos mediocres y muy rentables a corto plazo, cada vez tendremos más difícil asomarnos a las culturas más o menos exóticas que nos muestra la riqueza cultural y creativa que alimenta nuestra imaginación.

20100408

DESPUÉS DE LA BODA (Efter Brylluppet) (SUSANNE BIER) Dinamarca, 2007. Viernes 9 de abril de 2010


Guión: Susanne Bier y Anders Thomas Jensen

Interpretación: Mona Malm, Ida Dwinger, Rolf Lassgârd, Frederik Gullits Ernst. Mads Mikkelsen, Sidse Babett Knudsen.


La historia

Jacob dedica toda su vida como voluntario humanitario a un orfanato ubicado en India La posibilidad de recibir una aportación económica por parte de un millonario danés hace que vuelva a Dinamarca después de muchos años para reunirse con él y presentarle su proyecto humanitario. Coincidiendo con la celebración del matrimonio de la hija de éste, Jorgen se verá inmerso dentro de la familia del acaudalado benefactor y las razones reales que incitaron el viaje de retorno a su tierra natal se irán revelando.


La realizadora

Después de la boda es el décimo largometraje de Susanne Bier (Copenhague, 1960), que ha producido Zentropa, la compañía de Lars von Trier. Bier, que formó parte del movimiento Dogma, ganó muchos premios con su anterior película de 2004, Hermanos (ya proyectada en el CineClub Imaginario). Su última película, Things we lost in the fire, cuenta con Halle Berry y Benicio del
Toro como protagonistas.


Comentarios...

Este drama sobre responsabilidades, familia y reecuentro con el pasado consigue ser una película muy humana, contenida y a la vez emotiva. Gracias al magnífico trabajo actoral y la sobria dirección de Susanne Bier, esta historia consigue no caer nunca en el sentimentalismo de lágrima fácil. Al contrario, los primeros planos muy presentes en todo el metraje (propios del movimiento DOGMA del que sigue siendo deudora) muestran al igual que el resto de la cinta una gran profundidad en las emociones, los personajes y su situación. El guión en sí no es complejo pero las situaciones emotivas y los retratos humanos que muestra sí son emocionalmente complejos y profundos. Después de la boda, que fue nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2007, es una película muy equilibrada, mesurada pero honestamente conmovedora.

Después de la boda es sobre todo una historia de reencuentros: entre personas, entre personas y aquellos lugares a los que pertenecieron, entre pasado y futuro. Aquello que creíamos haber dejado atrás, a veces reaparece con una fuerza insospechada. Cada secreto desvelado abre un nuevo mundo, un nuevo abanico de posibilidades. Y, siempre, al abrir una puerta se cierra otra. Jacob avanza, y nosotros con él, a través de su pasado para acercarse a una encrucijada que parece no dejarle opciones. Este conmovedor drama apoya su sólido guión en unos inteligentes diálogos, que dotan a la acción de un ritmo vivo y un interés siempre creciente. La ironía, el sarcasmo y el subtexto están siempre presentes. Pero si por algo destaca más allá del argumento y el tema, es por las soberbias interpretaciones de todos sus protagonistas. Especialmente brillantes se muestran Mads Mikkelsen (Jacob) y Rolf Lassgard (Jorgen) que hacen creíbles y emotivas las escenas más duras del largometraje.

Página oficial de la película

20100319

LA INGLESA Y EL DUQUE (Eric Rohmer) Francia, 2001. Sábado 20 de marzo de 2010

Dirección: Eric Rohmer
País: Francia
Año: 2001
Duración: 125'
Interpretación: Lucy Russell (grace Elliott), Jean-Claude Dreyfus (Duque de Orleans), François Marthouret, Léonard Cobiant, Caroline Morin, Alain Libolt, Héléna Dubiel, Laurent Le Doyen, Serge Wolfsperger, Daniel Tarrare, Charlotte Véry.
Guión: Eric Rohmer. Basado en la novela "Ma vie sous la révolution" de Grace Elliot.
Producción: Françoise Etchegaray.
Música: Jean-Claude Valero.
Fotografía: Diane Baratier
Montaje: Mary Stephen.
Vestuario:Pierre-Jean Laroque.
Decorados: Antoine Fontaine.


Sinopsis

La inglesa y el duque
está basada en la autobiografía de Grace Elliot (Lucy Russell), quien fuera amante del duque de Orleans (Jean-Claude Dreyfus) en los tiempos de la Revolución Francesa. Sospechosa de ser espía británica, Grace, a través de su óptica monárquica, retrató el devenir histórico de una ciudad de París convulsionada por el escenario de sangre y muerte que sucedieron al estallido revolucionario.


La realidad pintada

La Revolución Francesa globalizó la libertad y la igualdad, las inauguró como se "descubre" un continente y las fijó como pilares de esa estructura polimorfa y quebradiza que ha sido (que es) la modernidad. Pero desde el principio se sacrificó la tercera punta del ideal revolucionario. La fraternidad no se asimiló ni se ha asimilado por ahora nunca como aspiración política. Apenas unos pocos pasos tecnológicos separan la guillotina de la silla eléctrica.

Eric Rohmer arriesga su popularidad para denunciarlo en La inglesa y el duque, en la que revisa el mítico episodio revolucionario desde un punto de vista incómodo: el de sus víctimas aristocráticas. Sale así el veterano realizador francés (81 años, más de treinta películas) del genial y genuino universo de sus citas con el París contemporáneo casi un cuarto de siglo después de su última recreación histórica, Perceval le Gallois (1978). Y lo hace para traducir casi literalmente al cine las memorias de Grace Elliot, dama escocesa que vivió en el París de los años más sangrientos del gobierno jacobino de Robespierre, convencida monárquica y al mismo tiempo amante del Duque de Orleáns, un intrigante político revolucionario.

Más allá de la polémica que haya podido suscitar Rohmer al cuestionar el triunfalismo popular con el que se ha evocado siempre este hito del nacionalismo francés (y de toda la tradición liberal posterior), La inglesa y el duque tiene sobre todo un excepcional interés en su forma. Para recrear el París de finales del XVIII, Rohmer ha desechado cualquier alarde de fidelidad restauradora. Encargó a un pintor una serie de paisajes y sobre ese fondo, en el que reconocemos desde luego la iconografía romántica de la época, ha insertado a los actores en un proceso equivalente al rodaje "en vacío", tan utilizado por el cine en los años 30 y 40 y muy mejorado ahora por las posibilidades del tratamiento digital de la imagen.

20100302

KONTROLL (Nimród Antal) Hungría, 2003. Viernes, 5 de marzo de 2010.

Dirigida por Nimród Antal
Escrita por Jim Adler y Nimród Antal
Editada por István Király
Sándor Csányi ...... Bulcsú Zoltán
Mucsi ....... Profesor
Csaba Pindroch .... Muki Sándor Badár ..... Lecsó
Zsolt Nagy ............ Tibi Bence Mátyási .... Bootsie
Gyözö
Szabó ........ Shadow Eszter Balla ........ Szofi

La historia
El argumento de la película es elegante en su simpleza, centrándose en un equipo de cinco "controladores" del metro de Budapest, cuya labor consiste en comprobar que los pasajeros tengan los billetes apropiados. Estos controladores no disfrutan del respeto del público, y por ello se ven constantemente en situaciones tensas o frustrantes. Y para empeorar la situación, sus jefes están preocupados por el elevado número de suicidios que recientemente han ocurrido en el metro, aunque Bulcsú (Sándor Csányi), un avispado controlador con un pasado misterioso, sospecha que quizás no sean realmente suicidios, sino crímenes de una misteriosa figura que empuja a los pasajeros sobre la vía...

Comentario
Aunque la sinopsis puede sonar como un deprimente drama sobre las clases bajas de la sociedad húngara, en realidad "Kontroll" tiene abundantes elementos de comedia, misterio y un onírico tono que recuerda en ciertos momentos la obra de David Lynch, aunque con un humor mucho más mordaz y entusiasta. De hecho, si hubiera que hacer comparaciones, diríamos que "Kontroll" se asemeja en tono y estilo con "After Hours", de Martin Scorsese. El argumento es totalmente distinto, pero ambas evocan ese particular estado mental que combina confusión y lucidez en iguales proporciones, mostrándonos el mundo de forma a la vez prosaica y compleja, con un tinte etéreo que puede rápidamente variar entre agradable sueño y horrible pesadilla. Pero, a fin de cuentas, lo mejor de "Kontroll" es el retrato que hace de una subcultura que, estando aislada de la sociedad "normal", empieza a transformar su particular realidad, adaptándose a las circunstancias y creando situaciones y costumbres que podrían resultar extrañas para el resto de la población, pero que de algún modo funcionan dentro de su particular universo."Kontroll" es una película de muchos niveles, y al mismo tiempo que podemos reír con sus excéntricos personajes y emocionarnos con sus escenas de acción (como una tensa carrera en las vías del tren), también podemos cavilar sobre las posibles interpretaciones que puede tener la película, realizada por completo en el subsuelo de Budapest. Y al ser partícipes por un momento de ese frío y oscuro mundo, quizás podamos apreciar más nuestra diaria existencia, o al menos entender las razones de quienes la repudian. Desde el punto de vista técnico, la cinta es sobresaliente. Quizás puede parecer víctima de sus escasos recursos, pero en realidad la fría cinematografía y las severas locaciones aportan un aire de realismo que contrasta y subraya el tono surreal de la película, que va acentuándose conforme avanza la trama, de tal forma que para cuando llega el final no estamos seguros si estamos viendo la "realidad", o un sueño del protagonista, o simplemente una hermosa metáfora visual que el director ha elegido para concluir la historia de forma triste pero optimista."Kontroll" es una rara y estimulante experiencia fílmica que camina con aplomo sobre esa delgada línea entre drama humano y mórbida comedia, teniendo éxito en ambos campos, pero sin comprometerse con ninguno. El trabajo de los actores es brillante, y la dirección de Nimród Antal es firme y llena de energía. Especialmente recomendable para audiencias, como la de este CineClub Imaginario, cansadas de las trilladas fórmulas del cine contemporáneo.
(Basado en una crítica de Pablo del Moral)
Tráiler de la película:

20100218

HERMANOS (Brødre) Susanne Bier (Dinamarca, 2004). Sábado 20 de febrero de 2010

Dirección: Susanne Bier. País: Dinamarca. Año: 2004. Duración: 110 min. Género: Drama.
Interpretación: Connie Nielsen (Sarah), Ulrich Thomsen (Michael), Nikolaj Lie Kaas
(Jannik), Bent Mejding (Henning), Solbjørg Højfeldt (Else), Laura Bro (Ditte), Niels Olsen
(Allentoft), Sarah Juel Werner (Natalie), Rebecca Løgstrup Soltau (Camilla), Lars
Hjortshøj. Guión: Anders Thomas Jensen; basado en un argumento de Susanne Bier y
Anders Thomas Jensen. Música: Johan Söderqvist. Fotografía: Morten Søborg. Montaje:
Pernille Bech Christensen. Vestuario: Signe Sejlund.

La historia
Hermanos (Brødre) se presenta como una historia simple. Dos hermanos, el mayor Michael (Ulrich Thomsen, el chef de cocina atormentado por un terrible secreto de infancia en “Celebración”) un militar de carrera, casado, padre de dos niñas, responsable y maduro, comprometido con su mujer (Connie Nielsen, actriz danesa afincada en Hollywwod) y sus ideales y el hermano menor Jannik (Nikolaj Lie Kaas, el novio tetrapléjico de “Te querré para siempre”), la oveja negra de la familia, un poco inmaduro, un poco criminal, un poco irresponsable, en definitiva un poco, poco en todas las áreas de su vida. Jannik da por sentado que siempre alguien, que no sea él, se va a hacer cargo de las cosas mientras que Michael nunca
duda en asumir responsabilidades y en estar donde haya que estar para ayudar. Con ese espíritu es que se embarca en una misión a Afganistán para “pacificar” el país. Hasta ahí los personajes cumplen con lo que cada uno espera de ellos. Pero algo sale mal en la misión, una pincelada del destino se sale del cuadro y Michael es dado por muerto. Este giro del destino los obligará a enfrentarse con el peor de los enemigos: la otra cara de si mismos.

La realizadora
Susanne Bier es una de las cineastas salidas del Movimiento Dogma’95 impulsado por Lars Von Trier (“Dogville”, “Rompiendo las olas”...), y en esta película conserva algunas de las constantes del decálogo de aquel Movimiento, aunque metiendo banda sonora y otros detalles. Pero conserva el mismo estilo argumental de aquellas películas: argumentos duros, a veces recreándose demasiado en detalles sórdidos, tristes y trágicos, pero interesantes y profundizando mucho en lo oscuro del alma humana.
En Hermanos (Brødre, 2004), los conflictos internacionales que todos conocemos a través de la prensa, de repente, irrumpen en la vida real y provocan cambios.

Susanne Bier: “Me resulta fascinante la manera en la que el mundo cotidiano cambia de repente debido a sucesos más o menos aleatorios, y cómo reaccionamos ante tales cambios bruscos. La representación del ejército danés en Afganistán da a la película un componente político, pero principalmente es una historia de amor acerca de las condiciones necesarias para el amor en nuestro estilo de vida contemporáneo. La historia trata de las emociones asociadas a estos sucesos, puesto que para mí el cine consiste en describir emociones y en expresar sentimientos. Me gusta meterme debajo de la piel de mis personajes, y por eso ambos lados, el serio y el divertido, son esenciales en mis películas. Para mí era importante que la brutalidad que aparece en Hermanos contrastara con la ternura, la intimidad y el calor humanos. Ambos lados existen, y no podría haber descrito el uno sin el otro, no habría querido hacerlo. Mi meta es reconocer la realidad y encontrar allí la esperanza, porque a pesar de la brutalidad implícita en la realidad, el humor continua siendo una parte innegable de la vida y es lo que nos permite seguir siendo humanos”.
Susanne Bier (1960) ha dirigido las películas” Freud deja la casa” (Freud flytter hjemmefra, 1990), “Problemas de familia” (Det bli’r i familien, 1993), “No era como antes” (Pensionat Oscar, 1995), “Credo” (Sekten, 1997) y “El amor de mi vida” (Den eneste ene, 1999), que cosechó numerosos premios de la Academia de Cine Danesa y de la critica cinematográfica. Tras batir todas las marcas en las taquillas danesas. El amor de mi vida es uno de los cinco largometrajes daneses más populares de todos los tiempos. Posteriormente dirigió “Una vez en la vida” (hænden på hjertet, 2000) y el aclamado “Te quiero para siempre” (Elsker dig for evigt, 2002) que vendió más de medio millón de entradas y ganó nada menos que cinco premios de cine en Dinamarca, incluyendo el de mejor película danesa. Tras “Hermanos”, Susanne Bier ha dirigido “Después de la boda” (2006), nominada al Óscar a la mejor película extranjera y “Cosas que perdimos con el fuego” (2008). Además de dirigir largometrajes, Susanne Bier también hace cortometrajes, videos musicales y publicidad.
En definitiva, interesantísima película, que rehuye los excesos de las películas Dogma en que la directora no quiere recargar las tintas en lo sórdido y lo terrible. Naturalidad y credibilidad absoluta en los actores, tanto en los más jóvenes como en los más veteranos. Temas como la culpa, la redención, el miedo al compromiso y la imposibilidad de conseguir algo que anhelas están ejemplarmente mostrados, aunque la película tenga aparentemente un ritmo frío y algo distante.

Tráiler de la película:

QUEMAR DESPUÉS DE LEER (Burn after reading) (Joel y Ethan Coen) EUA, 2008. Viernes 5 de febrero de 2010


Dirección y guión: Joel Coen y Ethan Coen.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 96 min.
Género: Comedia.
Interpretación: George Clooney (Harry Pfarrer), Frances McDormand (Linda Litzke), John Malkovich (Osborne Cox), Tilda Swinton (Katie Cox), Richard Jenkins (Ted), Brad Pitt (Chad Feldheimer), Elizabeth Marvel (Sandy Pfarrer), J.K. Simmons (jefe CIA).
Producción: Joel Coen y Ethan Coen.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Emmanuel Lubezki.
Montaje: Roderick Jaynes.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Vestuario: Mary Zophres.
Estreno en USA: 12 Septiembre 2008.
Estreno en España: 10 Octubre 2008

SINOPSIS
Tras ser despedido de la CIA, Osborne Cox se ha dedicado a beber convulsivamente y a escribir sus memorias, y eso que aún no sabe que su esposa tiene una aventura con el asesino Harry Pfarrer. Precisamente por culpa de ésta, un disco con material importante de Cox va a parar a un gimnasio, donde unos empleados sin escrúpulos, Linda y Chad, intentan chantajearle. La CIA envía, entonces, a Harry Pfarrer para que solucione el problema, pero los acontecimientos se precipitan de forma inesperada.
Tras su brutal No es país para viejos, Los hermanos Coen nos brindan un ejercicio de humor desenfrenado. Una prueba creativa más para unos directores, que a estas alturas del partido, han demostrado una y otra vez su solvencia en terrenos dispares, y con el plus añadido, de seguir aportando un estilo propio que los define como cineastas.
Quemar después de leer se construye como un thriller cómico con elementos del cine de espionaje. El dominio de los Coen en el medio es total, y ello se palpa en la cinta en cuestión. En ella se aprecia la habilidad de estos cineastas para adaptarse a los parámetros de géneros tan distintos como pueden ser el thriller, el drama, o el cine de espías. Hay secuencias que reproducen de una forma totalmente eficaz los esquemas genéricos anteriormente citados, pero siempre con una línea subyacente de humor cínico, crítico e inteligente. Un tono cómico que salta a la luz desde las primeras secuencas cuentan cómo Osborne Cox (John Malkovich), un ex agente de la CIA que está escribiendo sus memorias sobre su paso por la agencia, se mete de lleno en un espiral de desgracias.
Los Coen han escrito un guión sólido, coherente en todo momento e hilado a la perfección. De él se sustraen las mejores virtudes de la obra. Desde unos diálogos inspirados y situaciones brillantes, hasta una creación de personajes perdurables, exagerados en su medida y en la realización de sus acciones,pero tan bien llevados por los actores que los interpretan que la hipérbole queda diluida para el espectador. La película cuenta con un reparto estelar, donde cada actor ofrece lo mejor de sí mismo, en unos registros a los que no nos tienen acostumbrados.
Quemar después de leer es mucho más que una comedia repleta de buenos momentos cómicos, y algunos grandes diálogos o situaciones desenfrenadas, es un filme que bajo su apariencia de parodia lanza dardos envenados hacía varios estamentos de la cultura y la sociedad norteamericana. El filme saca a relucir la obsesión paranoica- conspirativa que afecta, en un momento u otro, la vida de muchos americanos de cualquier clase social. Es precisamente en esto último en donde los Coen también inciden al presentarnos una fauna de personajes de diferentes estamentos sociales, pero con una inutilidad e inteligencia práctica que los asemeja entre ellos. También carga contra el servicio de inteligencia norteamericano (CIA). Desnudando hasta llevar a la ridiculez su estructura, su modus operandi, y la frialdad ética de sus decisiones. Y por último sobre el “wellness”, y todo la cultura de la imagen y la obsesion por la salud que tanto preocupa a los norteamericanos (y ahora también a los españoles).
Quemar después de leer es un filme divertido, delicioso, repleto de situaciones memorables que se sustentan por un guión engrasado hasta la última página, y por unas actuaciones a la altura de los actores que las ejecutan. Todo acompañado por la excelente partitura de Carter Burwell y con un humor más punzante de lo que a simple vista aparenta. Una vez más, Ethan y Joel lo han vuelto a hacer, demostrando que son capaces de salir airosos ante cualquier terreno que se les ponga por delante.
Tráiler de la película:

20100118

VALS CON BASHIR (Ari Folman) Israel, 2008. Viernes 22 de enero de 2010.

Dirección y guión: Ari Folman

Género: Documental - Animación – Drama

Producción: Ari Folman, Yael Nahlieli, Serge Lalou, Gerhard Meixner y Roman Paul

Música: Max Richter

Montaje: Nili Feller

Dirección artística: David Polonsky


Dibujos de la memoria

En 1982 tuvo lugar una terrible matanza en Sabra y Chatila, en la que miles de refugiados palestinos fueron ejecutados por parte de falangistas cristianos libaneses. Ari (Ari Folman), un maduro director de cine, cumplía el servicio militar en el ejército israelí en ese momento. Veinte años después de aquello, descubre que su cerebro ha bloqueado casi todas sus remembranzas de la tragedia, por lo que comenzará un viaje de autodescubrimiento que le llevará a recopilar alegatos de compañeros, periodistas y testigos del desastre, una experiencia en primera persona que pone al descubierto el papel de las fuerzas armadas hebreas como responsables indirectas de lo que sucedió. “Vals con Bashir” es una obra doblemente valiosa, en lo artístico y en lo humano. Por un lado, se trata del primer documental animado de la historia del séptimo arte, demostrando que la innovación sigue siendo posible, afortunadamente, y que las vías de expresión artísticas aún explotan nuevos caminos a seguir; por otra parte, demuestra la valentía del realizador, que se sitúa en el centro de una experiencia terrible, que lleva a los participantes ─y por extensión, al espectador─ a un escenario infernal recreado con crudeza y veracidad a lo largo de una retahíla de testimonios encaminados a una resolución tan terrible como ineludible, en un tono que abandona el aura de desenfado inicial a medida que lo pretérito se abre paso desde las profundidades de la memoria y lo tiñe todo progresivamente desvelando la verdadera naturaleza de esta propuesta tan descarnada como necesaria.

La utilización de las distintas técnicas de animación ─tridimensional, flash, tradicional─ sirve al cineasta como herramienta perfecta a la hora de recrear los abundantes pasajes oníricos que empapan la trama, instrumento fidedigno que refleja cómo los traumas de esta particular generación perdida ─otra de tantas─ emergen como daños psicológicos en forma de trastornos o sueños recurrentes que se repiten noche tras noche, haciendo imposible el olvido. Folman abre las puertas de recuerdos ─propios y ajenos─ sepultados en el tiempo, visiones subjetivas que aportan enfoques concretos de un mismo hecho, un montante de perspectivas que, sumadas y en conjunto, suponen una representación que no elude responsabilidades y considera directamente a todos los implicados. Una apuesta valiente, rematada con sabiduría y acierto por una secuencia final en la que imágenes de archivo sacan al palco de la inevitable ensoñación provocada por una sugestiva puesta en escena y lo devuelven a la realidad, grabando en su cerebro el culmen de una narración tan vigorosa como hipnótica y visualmente atractiva y fascinante. Devastadora, potente, surrealista y veraz, “Vals con Bashir” es un literal dibujo de los tramposos mecanismos de nuestra misma retentiva, infestada de claroscuros, logrando ser asimilada con facilidad por su forma pero que nos invade de manera irremediable por los cimientos en los que se sustenta.

(José Arce)

Contexto histórico. La guerra de El Líbano

En junio de 1982, el ejército israelí invadió el sur del Líbano como represalia por los continuos bombardeos infligidos a las poblaciones del norte de Israel desde aquel país. El gobierno israelí pensaba ocupar una franja de seguridad de 40 kilómetros, impidiendo así que los misiles palestinos alcanzasen Israel. Pero Ariel Sharon, el entonces ministro de Defensa israelí, desarrolló un plan tan imaginativo como fantástico: se trataba de ocupar Líbano hasta el mismo Beirut. Eso permitiría a su aliado cristiano Bashir Gemayel convertirse en presidente del Líbano, así como erradicar la amenaza al norte de Israel y consolidar sus posiciones contra Siria, país fronterizo con Líbano y que Israel siempre ha considerado como su peor enemigo. El gobierno aprobó una penetración de 40 km de profundidad, pero el ejército israelí se lanzó hacia Beirut.

A la semana habían tomado Líbano y estaban a las afueras de Beirut. Pero entonces surgieron varias preguntas: ¿Qué hace el ejército en una capital extranjera, lejos de su casa? ¿Por qué mueren soldados israelíes a diario en acciones bélicas que poco tienen que ver con la protección de la frontera norte de Israel? El paralelismo con la guerra de Vietnam era inevitable.

En agosto, a los dos meses de estallar la guerra y con el ejército israelí todavía a la
s puertas de Beirut esperando la orden de entrar en la ciudad, se firmó un tratado con los palestinos por el que todos los combatientes palestinos serían evacuados por barco a Túnez. A cambio, Israel retiraría sus tropas. Esa misma semana, Bashir Gemayel, comandante en jefe de la milicia cristiana falangista, fue elegido presidente del Líbano. Además de ser un hombre joven, elegante, apuesto, con mucho carisma, era muy admirado por las milicias cristianas y sus familias. También era apreciado por los líderes israelíes. El nombramiento de Gemayel debía asegurar una relativa tranquilidad en la tensa frontera entre los dos países.

Pero Bashir Gemayel fue asesinado mientras daba un discurso en la sede falangista de Beirut Este. Nadie reivindicó el atentado, pero se cree que fue obra de facciones sirias y palestinas.

Esa misma tarde, las tropas israelíes penetraron en una zona de Beirut Oeste, poblada mayormente por refugiados palestinos, y rodearon los campos de Sabra y Chatila. Al atardecer, un gran número de tropas falangistas, empujadas por el deseo de vengar la muerte de su amado líder, empezaron a llegar a la zona. Cuando cayó la noche, las tropas falangistas entraron en los campos de Sabra y Chatila, ayudadas por los soldados del ejército israelí. Supuestamente iban a limpiar los campos de combatientes. Sin embargo, apenas quedaban combatientes, ya que habían sido evacuados a Túnez dos semanas antes. Durante dos días seguidos se oyeron los tiros desde los puestos israelíes. Al tercer día, el 16 de septiembre, las mujeres palestinas consiguieron salir y se precipitaron hacia los soldados israelíes que les cerraban el paso. Hacía tres días que los falangistas masacraban a los habitantes de los campos. Mataron sin piedad a hombres, mujeres y niños. Se ha hablado de 3.000 víctimas aunque, hasta la fecha, se desconoce el número exacto.

Las protestas espontáneas de cientos de miles de israelíes obligaron al gobierno a crear un comité de investigación y a estudiar la responsabilidad de las autoridades políticas y militares. El comité culpó al
ministro de Defensa, Ariel Sharon, por no haber parado el horror cuando se le puso al corriente de la masacre. Fue obligado a dimitir y se le prohibió volver a ocupar el cargo de ministro de Defensa. Sin embargo, fue elegido primer ministro veinte años después.

Web oficial de la película

Trailer de la película:

Cortometraje: CHOKOPULPITOS (Pablo Llorens) España, 2005

Se trata de una c
rítica intensa y desgarradora, en clave de humor, a la publicidad y a la cruda realidad que se esconde tras ella. Un cortometraje sin concesiones que hace sonreír y reflexionar.

Aquí puedes v
er el cortometraje:

20100105

LA TETA ASUSTADA (Claudia Llosa) Perú, 2008. Viernes, 8 de enero de 2009

Dirección y guión: Claudia Llosa.
Duración: 94 min.
Género: Drama.
Interpretación: Magaly Solier (Fausta), Susi Sánchez (Aída), Marino Ballón
(tío Lúcido), Efraín Solís (Noé), Bárbara Lazón (Perpetua), María del Pilar
Guerrero (Máxima), Delci Heredia (Carmela), Karla Heredia (Severina),
Fernando Caycho (Melvin), Edward Llungo (Marcos).
Producción: Antonio Chavarrías, José María Morales y Claudia Llosa.
Música: Selma Mutal.
Fotografía: Natasha Braier.
Montaje: Frank Gutiérrez.
Dirección artística: Patricia Bueno y Susana Torres.
Vestuario: Ana Villanueva.


Sinopsis
Fausta (Magaly Solier) padece de “La teta asustada”, una enfermedad que se transmite por la leche materna de mujeres maltratadas durante la época de la guerra civil en Perú. Los infectados nacen sin alma, porque del susto se escondió en la tierra, y cargan un terror atávico que les aísla por completo.
Pero Fausta esconde algo más, guarda un secreto que no quiere revelar, hasta que la súbita muerte de su madre desencadenará hechos inesperados que transformarán su vida y la de otros.

Cine con mirada femenina
Claudia Llosa, en su segundo largometraje tras Madeinusa, regresa a su Perú natal para hacer una observación algo naïf de cómo el legado cultural subyace en las transmisión de padres e hijos en su forma más terrorífica: el traspaso de una madre a su hija del miedo provocado por un traumático suceso durante una guerra.
En La teta asustada encontramos herencias mal entendidas, herencias que se pierden y herencias que son reutilizadas por el consumismo atroz de nuestros tiempos. Las herencias se encargan no sólo de transmitir valores y principios sino también miedos, como el de la
madre de Fausta por las violaciones, que dejará huella en su hija y le impedirá relacionarse normalmente con los hombres durante buena parte de su vida. Como quien observa al microscopio, Llosa se acerca a través de esta madre e hija a la desolación y soledad de incontables mujeres peruanas que fueron violadas y maltratadas durante los veinte años de guerra terrorista en Perú, pero lo hace desde la distancia, sin crear mártires, sólo mostrando la realidad de una joven traumatizada por algo que no le pasó pero de lo que sufre las consecuencias.
Las herencias perdidas de las que hablaba quedan evidenciadas en La teta asustada por la aparición de una variante de las lengua quechua y por las canciones en esa lengua. La lucha de Fausta por mantener vivas esas tradiciones contrastan con los festejos (hasta cuatro bodas presenciamos en la película) adquiridos de un mundo que poco a poco se va imponiendo al original, del mismo modo que los fondos de paisajes exóticos son usados en las sesiones fotográficas para ocultar la realidad huyendo a lo idealizado por foráneo. Eso amplifica la soledad del personaje principal y magnifica su condición de último eslabón para la protección de la memoria histórica, cultural y emocional. Las otras herencias, las reutilizadas, sirven para nutrir como materias primas a los modismos contemporáneos que pretenden capturar la esencia de lo puro para mercantilizarla. Es el caso de la pianista para la que trabaja Fausta.
Claudia Llosa viste su pseudo-retrato de un lirismo cercano al realismo mágico haciendo que todo lo impensable de su propuesta resulte creíble, convirtiendo lo aparentemente inverosímil en auténticas situaciones pintorescas. El poder de sugestión de La teta asustada reside en esa capacidad de Llosa por tratar una realidad como si fuera un cuento, aunque al hacerlo se mantenga distante de lo que retrata. El costumbrismo de algunas escenas y ese realismo mágico del que hablábamos nos coloca de pleno en la tradición pero la distancia que marca Llosa impide que La teta asustada se convierta en un ejemplo de cine social panfletista. Al fin y al cabo, del mismo modo que nos habla de una realidad histórica a través de esa relación heredada de madre a hija, también nos habla de una joven que busca encontrar su identidad deshaciéndose de la tradición. Acercarse a la historia es una forma de ver lo que somos a
través de la evolución de la herencia que nos ha llegado.
Mónica Jordán (El séptimo vicio, Radio 3)

Trailer de la película