País: Dinamarca.
Año: 1955.
Duración: 131 min.
Género: Drama.
Interpretación: Henrik Malberg (Morten Borgen), Emil Hass Christensen (Mikkel), Birgitte Federspiel (Inger), Preben Lerdoff (Johannes), Cay Kristiansen (Anders), Ejner Federspiel (Peter Petersen), Gerda Nielsen (Anne Petersen), Ove Rud (Pastor), Henry Skjaer (Doctor), Edith Trane, Sylvia Eckhausen (Kirstin), Kirsten Andreasen, Ann Elisabeth Rud (Maren), Susanne Rud (Lilleinger).
Guión: Carl Theodor Dreyer; basado en la obra teatral de Kaj Munk.
Producción: Carl Theodor Dreyer, Erik Nielsen y Tage Nielsen. Música: Poul Schierbeck.
Fotografía: Henning Bendtsen.
Montaje: Edith Schlüssel.
SINOPSIS
Una pequeña comunidad de la Jutlandia occidental, hacia 1930. El viejo Morten Borgen (Henrik Malberg) dirige la granja de Borgensgaard. Tiene tres hijos: Mikkel (Emil Hass Chris-tensen), Johannes (Preben Lerdoff) y Anders (Cay Kristiansen). El primero está casado con Inger (Birgitte Federspiel) y tiene dos hijas pequeñas, aunque en estos momentos Inger está embarazada y esperan el tercero. Johannes es un antiguo estudiante de teología que, por haberse imbuido en sus estudios (sobre todo en Kierkegaard), e identificarse constantemente con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, Anders, está enamorado de la hija del sastre, líder intransigente de un sector religioso rival. Tal circunstancia revitaliza la discordia que siempre ha existido entre las dos familias, ya que ninguna ve con muy buenos ojos que sus hijos contraigan matrimonio. El parto de Inger desencadena todas las tensiones acumuladas en esta pequeña comunidad.
Dreyer, el gran místico de la historia del cine
Dreyer, calificado por muchos como “uno de los más grandes místicos de la historia del cine”, dota a todas sus obras de un “aura especial”. Viendo su cine, especialmente Ordet, resulta difícil imaginar un rodaje: con las típicas paradas para comer, el reparto de bocadillos entre los figurantes, las pausas entre toma y toma, el “clic-clac” de la claqueta, el equipo hablando de cosas mundanas... Ciertamente, el cine de Dreyer parece que no haya sido realizado por nadie, sino que directamente haya caído del cielo, nos sentimos como voyeurs mirando la vida de otros, sintiéndonos reflejados, por ello resulta tan interesante. El cine de Dreyer incorpora los recursos del cine y del teatro, para crear un realismo psicológico, más allá del realismo y del naturalismo. Los personajes y las situaciones traspasan la realidad para llevarnos a una esfera donde todo es posible. Para eso recurre a una puesta en escena en la que concibe cada fotograma como un cuadro. Sustituye los decorados por interiores reales, desprovistos de todo elemento ornamental, alargando cada secuencia para crear atmósferas únicas.
Dreyer plantea esta película como un torrente de espiritualidad, rodeándola de un ambiente místico en el que se interesa por tratar, por encima de todo, la inseguridad del individuo ante los caprichos de la fe y de la razón.
1 comentario:
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