Próximas proyecciones en el CineClub Imaginario

2011
enero
viernes 7
LA CLASE (ENTRE LES MURS) (Laurent Cantet)Francia, 2008
viernes 28
21 GRAMOS (Alejandro González Iñárritu)
EUA, 2003


Casa de la Cultura de Valencina (Sevilla) España, 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo.

20071126

LA MIRADA DE ULISES (Theo Angelopoulos) Grecia, 1995

Dirección: Theo Angelopoulos. Intérpretes: Harvey Keitel (A), Maïa Morgenstern (Las mujeres de Ulises), Erland Josephson (Conservador de la cinemateca), Yorgos Michalakopoulos (Nikos, el amigo periodista), Thanassis Vengos (El taxista), Dora Volanaki (la señora mayor). País: Francia-Italia-Grecia. Año: 1995. Argumento: Libremente inspirado en La Odisea, de Homero. Guión: Tonino Guerra, Theo Angelopoulos, Petros Markaris y Giorgio Silvagni. Música: Eleni Karaindrou. B.S.O.: ECM New Series. Fotografía: Yorgos Arvanitis. Dirección artística: Yorgos Patsas y Miodrag Mile Nicolic. Montaje: Yannis Tsitsopoulos. Estreno en Madrid: 31-VIII-96 (Princesa, Renoir). Distribuidora cine: Cine Company. Distribuidora vídeo: Columbia TriStar / Cine Company. Duración: 176 minutos. Género: Road-movie dramática. Premios principales: Gran Premio del Jurado y Premio Fipresci de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes de 1995. Nasti d’Argento de la crítica italiana al mejor director extranjero. Premio Sant Jordi 1996 a la mejor película extranjera. Nominación al Premio Goya 1996 a la mejor película europea. Público apropiado: Adultos.

Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 1995. Obtuvo también el Premio Fipresci de la Crítica Internacional y es, con justicia, una película valorada por la crítica, cinéfilos y amantes del arte en general, pero de difícil asimilación para un público mayoritario, tan abotargado hoy por ciertos productos norteamericanos de consumo.

Estructurada en lo básico como La Odisea, cuenta la vuelta de A. (Harvey Keitel), cineasta exiliado en EE.UU., a su ciudad natal de Grecia, para asistir a la proyección de una de sus películas políticamente más conflictivas; pero su principal interés está en encontrar la primera película de los hermanos Manakis, documental e historia de los últimos 50 años de los Balcanes. En su búsqueda, en su odisea, su mirada recogerá la vida —actual y el recuerdo— de diversas ciudades, de Grecia, Albania, Macedonia, Bulgaria, la frontera entre Serbia y Rumania: el Danubio, el Drina... hasta llegar a Sarajevo, donde alcanza su deseo, y encuentra en sí mismo tal vez, cerrando la mirada, un mundo ya perdido, su autobiografía y la de muchos otros... Ante tanta muerte y destrucción, odio entre razas, parece perderse la capacidad de ver, y se quedan los ojos de A. —del hombre— como ciegos, confundidos: «Nuestro siglo comienza y acaba en Sarajevo», dice Angelopoulos, y cita a T.S. Eliot como conclusión: «Cuando el principio y el final se confunden, la historia no nos ha enseñado nada». Tal vez no sea cierto.

Así, La mirada de Ulises es un lento y largo viaje, ensimismado, en el que la mirada interior parece ponderar, cada vez más abrumada, el porqué de tanta ruina. En este viaje de A. hay lugar para la amistad, nunca perdida, y para el amor nunca alcanzado: Una mujer distinta (siempre interpretada por la actriz Maïa Morgenstern) aparece fugazmente junto a A. en todas las ciudades por las que pasa. Paisajes desolados, ciudades desiertas, escombros, fuegos, lejano sonar de bombas, lento fluir de ríos... como si no desearan nunca llegar. Perfiles y sombras, contrastes trágicos, tanto, que parece estar viéndose todo en blanco y negro. Apenas hay palabras. Todos los lenguajes y técnicas narrativas están presentes en esta magna realización.

Angelopoulos —autor desde 1965 de una docena de obras— ha llevado a cabo una obra perdurable, no condicionada a este tiempo de guerra, aunque de él tome su vívida experiencia. Memorables secuencias, largamente sostenidas, quedarán sin duda como perfectas muestras de narrativa cinematográfica. La destrucción humana, que el espectador ve junto al sobrio protagonista, no es tanto una desesperanzada definición del hombre, sino comprensible tristeza tras la muerte de esta amplia patria, que habrá de ser restaurada, sobre todo expulsando de ella el odio. Más adelante, cuando la mirada de Angelopoulos se ilumine con la fe, habrá de componer un canto de esperanza.

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