Os adjuntamos a continuación la sinopsis y una crítica de Ruth Bautista
SINOPSIS
Bosnia, 1992. Luka (Slavko Stimac), un ingeniero serbio de Belgrado, se ha instalado en un pueblo en medio de ninguna parte con su mujer cantante de ópera, Jadranka (Vesna Trivalic), y el hijo de ambos, Milos (Vuk Kostic). Luka está preparando la construcción del ferrocarril que va a transformar la región en un pa-raíso turístico. Completamente absorto en su trabajo y cegado por su optimismo natural, está sordo al cada vez más persistente rumor de la guerra. Cuando el conflicto estalla, la vida de Luka se ve alterada: su mujer, Jadranka, desaparece del brazo de un músico mientras que su hijo, Milos, es llamado al frente. Siempre optimista, Luka aguarda el regreso de su familia, pero Jadranka no vuelve. Milos es hecho prisio-nero y el ejército serbio nombra a Luka guardián de Sabaha (Natasa Solak), una joven musulmana que ha sido tomada como rehén. Al po-co tiempo, Luka se ha enamorado de Sabaha, pero la joven está desti-nada a ser intercambiada por un prisionero serbio: su hijo Milos.
Con su última película, Emir Kusturica, nos presenta un soplo de vida, una inyección de energía de mas de dos horas y media que pasan tan rápido como la vida misma. La Vida Es Un Milagro, retrata muchas cosas, entre ellas y como trasfondo de una historia cualquiera, la última gran guerra de Europa, que todos hemos vivido, la de los Balcanes. Y lo cuenta desde fuera, sin tomar partido, lo cual le ha hecho recibir unas cuantas críticas, que él simplemente despeja bajo el paraguas del optimismo. Y este es uno de los puntos fuertes de la película, ya que muestra como la vida sigue incluso en las peores condiciones.
La historia de La Vida Es Un Milagro es tan local, que es universal. Y lo que la hace especial es ese toque tan esencialmente ‘Kusturica’ que logra imprimir una energía desproporcionada a aquello en lo que fija su mirada. En el film se come, se bebe, se ama y se odia, se canta y se baila tan desproporcionadamente, que el retrato final, enmarcado en una maravillosa banda sonora, es simplemente magnífico.
Es destacable también, la más que curiosa relación que el director mantiene con los animales, hasta el punto de personificarlos en muchos momentos proporcionándonos una pizca de absurdo.
El punto de humor negro, lo dedica Kusturica al papel que cumplieron los grandes medios televisivos, ejemplificados en una suelta reportera americana, en la guerra, a quienes les dedica un rotundo eructo.
Las actuaciones, junto con el paisaje balcánico, son los dos pilares en los que se apoya Kusturica para crear toda la explosión de vida; partiendo de la serena Julieta eslava (Natasa Solak), el optimista hasta la ceguera Romeo (Slavko Stimac), quien personifica la mirada de Kusturica, la histérica e histriónica pirada (Vesna Trivalic) y el resto del reparto, incluyendo al propio hijo de Emir, Stribor Kusturica, en el papel de un capitán serbio.
Como no es posible de otro modo, la música en este film recrea el personal mundo del director y sirve de enlace general para todas las piezas del rompecabezas, guiadas metafóricamente por esas vías del tren vacías en las que todos los que sufren mal de amores, burra incluida, se quieren suicidar, aunque para ello tengan que esperar al tren que nunca pasa por ellas.
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