Próximas proyecciones en el CineClub Imaginario

2011
enero
viernes 7
LA CLASE (ENTRE LES MURS) (Laurent Cantet)Francia, 2008
viernes 28
21 GRAMOS (Alejandro González Iñárritu)
EUA, 2003


Casa de la Cultura de Valencina (Sevilla) España, 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo.

20100522

LA CIENCIA DEL SUEÑO (La science des rêves) Michel Gondry. Francia, 2006. Sábado 22 de mayo de 2010

LA CIENCIA DEL SUEÑO (La science des rêves)

Dirección y guión: Michel Gondry
País: Francia
Año: 2006
Duración: 105'
Género: Comedia
Interpretación: Gael García Bernal (Stéphane Miroux), Charlotte Gainsbourg (Stéphanie), Alain Chabat (Guy), Miou Miou (Christine Miroux), Aurélia Petit (Martine), Sacha Bourdo (Serge), Pierre Vaneck (Sr. Pouchet), Emma de Caunes (Zoé), Stéphane Metzger (Sylvain), Alain de Moyencourt (Gerard)
Producción: Georges Bermann
Música: Jean-Michel Bernard
Fotografía: Jean-Louis Bompoint
Montaje: Juliette Welfling
Vestuario: Florence Fontaine


SINOPSIS
"La ciencia del sueño" narra las desventuras de Stéphane (Gael García Bernal), un joven artista gráfico en cuyo cerebro se emite un programa de televisión en continua pugna con la realidad. Aterrizado en París con la esperanza de un buen trabajo y tras entrar en contacto con una nueva vecina, Stéphanie (Charlotte Gainsbourg), la posibilidad de un romance se abrirá paso en su onírico universo de cartón.

Cuando la realidad y la ficción interfieren.
Cuando la tecnología digital ha cambiado la forma de hacer y hasta de ver cine, Michel Gondry ha tenido la osadía de beber en las fuentes más tradicionales de la ilusión cinematográfica; tanto es así, que en “La ciencia del sueño” no sólo podemos sentir el eco del extraordinario trabajo de los grandes animadores stop-motion (especialmente los checos), sino que su capacidad de fascinación artesanal nos llevaría, incluso, al mismísimo patriarca Méliès y su concepción del arte del cine como un continuo y subyugante truco de magia.
Porque, con esta cinta, Gondry ha confirmado que es, quizá, el más interesante de los directores “modernos” para hallar la entrada a un terreno propio en el que la obsesión por hacer algo diferente deja paso a la capacidad de ofrecer un mundo propio que esté verdaderamente vivo. Ocurrió ya en "¡Olvídate de mí!", y “La ciencia del sueño” lo confirma.
Desde luego, no se trata de una cinta para todos los públicos, pues exige la entrega del espectador a un juego en el que cualquier parecido con la realidad suele ser pura coincidencia. Pero, a cambio, obtendrá una historia que le devuelve al adjetivo “romántico” su verdadero y real significado, en el que la belleza aparece de repente en el fotograma menos pensado, y en el que la pregunta típica ante la nueva maravilla (“¿cómo lo habrán hecho?”) pierde toda importancia: no nos importa el “cómo” (porque muchas veces, su propia estética artesana lo muestra a las claras), sino que simplemente disfrutamos el maravilloso caballo de trapo que cabalga sobre el teclado, el agua hecha con celofán, los tubos de papel higiénico convertidos en edificios… No importa: esto ES CINE y siempre lo ha sido; lo que pasa es que, de tanto ver rutina adocenada, se nos había olvidado.
Como ocurrió en su anterior película, la historia de amor enrevesada, extrañamente complicada e imposible, logra ser convincente, en gran parte, porque tanto Gael García Bernal como Charlotte Gainsbourg llenan de vida a unos personajes de comportamiento imprevisible. La sonrisa de niña fascinada de ella cuando imagina cómo se puede fabricar una nube, o la mirada de desesperación de él cuando cree que está perdiendo a su vecina, su amor, son como una versión más “francesa” de los interpretados por Jim Carrey y Kate Winslet en "¡Olvídate de mí!". Los secundarios, sobre todo los compañeros de trabajo del personaje de García Bernal, son en este caso, y con la excepción de Alain Chabat, poco más que un coro que ofrece el contrapunto cómico, incluso ordinario, que es marca de la casa y funciona como potenciador del efecto romántico de la cinta.
Lo más curioso, en fin, es que, en su búsqueda insaciable de la modernidad, Gondry ha terminado cayendo en lo más esencial del cine, lo que estuvo ahí desde el principio, y con su mirada, ha conseguido traérnoslo de vuelta, lleno de vida. “La ciencia del sueño” es más juego que verdadera reflexión, pero ésta tampoco desaparece del todo: ahí está la conexión, las semejanzas, entre el mundo onírico y el cine, que no deja de ser una especie de sueño puesto en imágenes capaz de crear belleza.

Miguel A. Delgado


20100504

ALEXANDRA (Aleksander Sokurov) Rusia, 2007. Viernes 7 de mayo de 2010



DIRECCIÓN Y GUIÓN Alexander Sokurov
MÚSICA Andrei Sigle
FOTOGRAFÍA Alexander Burov
REPARTO Galina Vishnevskaya, Vasily Shevtsov, Raisa Gichaeva, Andrei Bogdanov, Alexander Kladko, Aleksei Nejmyshev, Rustam Shahgireev, Evgeni Tkachuk
Cannes: Nominada a la Palma de Oro


En ALEXANDRA la cámara es su sombra, la de la protagonista Galina Vishnevskaya, cantante de ópera y, ahora actriz, esposa en la vida real del genial violonchelista ruso Mstislav Leopóldovich Rostropovich. La cámara persigue a esta anciana que decide trasladarse a Grozny, capital de Chechenia, para reencontrarse con un nieto al que no ve desde hace siete años, porque permanece allí destinado con las tropas instaladas en la zona por el ejército ruso para controlar y reprimir los movimientos insurgentes y violentos de la siempre combativa población chechena. Sokurov deposita en los ojos de esta incombustible mujer el posicionamiento de su propia mirada. El realizador hace un emocionante alarde de humildad y se encomienda al esfuerzo sabio, empecinado y limpio de esta longeva sin desaliento, que, mediante su deambular ajeno a todas las consignas oficiales, cuestionará, desenmascarará y hará patentes los mecanismos absurdos e insensatos que rigen todo el montaje bélico. Sokurov adhiere toda la ambientación dramática de su película a la honestidad inocente, perpleja y veterana que el rostro de la protagonista derrama en ella. La película es la actriz. A ella pliega el realizador el devenir aturdido, cansado, renqueante y transparente de la narración. ALEXANDRA nos desvela un Sokurov distinto, puesto que la naturaleza descubridora y mítica de este personaje inolvidable le exige adaptarse a los cánones de un mínimo clasicismo descriptivo que despliega una sencillez expositiva bastante alejada de la férrea impenetrabilidad, por él experimentada desde sus inicios. Ahora bien, en modo alguno, esta opción formal le lleva a renunciar a los postulados que han caracterizado un magnífico manifiesto autoral enunciado en obras tan dispares a ésta como “EL SOL”, “TAUNUS” o “MADRE E HIJO”. La mediación de la anciana le permite captar con agudo comedimiento la brutalidad de la devastación del espacio geográfico: las casas en ruinas, los vehículos desvencijados, las carreteras empedradas y polvorientas colman de quebranto el escenario que descubre el caminar parsimonioso y firme de la protagonista. Lo mismo habría que decir de la descripción tan descarnada, cercana y penetrante que se nos hace de los soldados. Sokurov los estrecha mediante planos muy cortos, en los que sus rostros son mostrados con un naturalismo no forzado, escrutador, indagador del ser humano antes que del hombre con uniforme. La impronta de Alexandra, personaje, consigue, como ha quedado dicho, desentumecer el rigor exhausto con el que el magnífico director ruso acostumbra a cercar a sus personajes. No hay opresión, sino reconocimiento comparado. “ALEXANDRA” acaba conmoviendo porque Sokurov, quizás, es el primer conmovido por esa utopía octogenaria que, carrito en mano, radicaliza humanitariamente el verdadero significado de esta hermosa película que os ofrecemos hoy en el CineClub Imaginario.